martes, 11 de mayo de 2010

Otra vez la Copa vacía.


La salida de esta Copa Libertadores, comparándola con una copa a la que le podemos agregar el líquido que deseamos beber, si está vacía no ingerimos nada y tal vez, con la mitad saciamos parte de nuestra sed, con lo que nos conformamos por un tiempo.
El asunto pasa porque como ya probamos tener inclusive la botella y la copa a disposición sirviéndonos solos, ahora cuando no tenemos nada y poco se hace para obtenerla, es ahí donde sentimos el problema, la decepción. Cada año nos sirven, diría mi viejo, un dedo en la copa y no nos conforma, nos quedamos con sed.
También sabemos que hay que remar mucho para poder obtener un lugar, ese lugar. Lugar que muchos desean, aquello de: "al menos participar", y cuanto darían por ello algunos clubes, como una instancia que hace muchos años no ocupan o a la que jamás llegaron. Pero para quien está acostumbrado y no mal acostumbrado, que es otra historia, desea que esa copa se llene algo más que un poquito. Porque deseamos sentir el sabor, el olor, sentir el placer y saborear el momento. Pero nos viene sucediendo que cuando queremos probar el segundo trago, no hay nada.
Y que hacemos; Cual es el problema; Cuantas veces pasó, que pasa, la experiencia no sirve?
Porque tan corto el recorrido; porque la nafta alcanza para tan poco?
Preguntas que solo tienen respuesta de un resultado deportivo y ya está?
Porque siempre quedarnos con las ganas de algo más, un poco más.
Ya se suman muchas salidas en octavos de final.
Desde aquel maravilloso año 94: ¿Cuántas semifinales jugamos?
Esta mal pretender llegar a una instancia superior en la participación siguiente?
Es solo: “bueno entregaron todo” y ahí se termina.
Preguntas, y más preguntas que como argentinos, nos aparece el Tsunami que se lleva todo al olvido, al todo pasa y pareciera que nada pasó y simplemente deviene el ya pasó, aunque suene redundante. Luego a recomenzar y reconstruir.
Nos quedamos siempre en el potencial, en lo que hubiera sido.


REFRENDAR: volver a ejecutar o repetir la acción que se había hecho, así es historia. Ese debe el objetivo. Forjar siempre un futuro mejor.
Si se apuesta fuerte y no se logra el cometido, salir a dar la cara a la gente, pedir disculpas aunque sean demagógicas, como tantas veces hacen demagogia y no precisamente para pedir disculpas, nos referimos precisamente a la dirigencia.
Recordemos que la Copa en la vitrina del club es una réplica y es del año 94. Año que queda cada vez más lejos en el tiempo. Esa Copa que se va llenando de las mismas imágenes, el mismo recuerdo; porque no aparecen semifinales, ni finales perdidas para recordar, como para darle un soporte valedero y poder sentir el reflejo de la máxima gloria. Debe ser esa Copa del 94 honrosamente apuntalada con participaciones que no nos dejen en la primera curva de una carrera por volver a tener nuevamente la verdadera, la original, en el barrio de Liniers.
En síntesis, que no nos dejen más, con la Copa vacía.

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