jueves, 19 de noviembre de 2009

Una fiesta de muchos con alcance para pocos

No somos iguales. Por más que se esfuercen en hacernos creer que la unión hace la fuerza, los tarados que no compramos en ventanilla boletos picados, sabemos muy bien que, muchos de los que se cuelgan el cartelito de unión miran de reojo en el mismo instante que se le juntan unos cuantos alrededor, molestos ante la diferencia entre ellos y el resto, entre ellos, su séquito y el lumpenaje. 

Ese lumpenaje que es usado muchas veces y que deslumbrado ante lucecitas de colores hace esfuerzos por alcanzar lugares que les prestarán por un rato, para que puedan decir: yo estuve, y así sentirse cerca de los privilegios y contarle a algunos de sus pares como la pasó, con quien se codeó entre los de arriba. Pero lo que parecen no darse cuenta es que mientras ellos siguen en tomando el Bondi, pagando los costos de haber estado en la celebración, los otros, los privilegiados hace años que no toman colectivo, es más, preguntan si el boleto lo da el chofer.
Te venden el verso de la igualdad y hay muchos que lo compran.
La libertad de hacer cada uno lo que quiera, desde el lugar que ocupe, debe estar bien ejercida a criterio personal en lo que desea. El asunto pasa por la elección, hay elecciones y elecciones, por aquello de “yo no me sentaría a su mesa”. Digamos que no se puede decir una y hacer otra.
Como puedo compartir con gente que denigra o discrimina mi tarea. Ya no afectando mis intereses, sino que vulnera toda razón de espacio y lugar, más allá de lo físico. Es esa instancia de un lugar ganado con el paso del tiempo. De muchos años, y una tarea de divulgación de hechos transformados a noticias y por consiguiente opinando, haciendo una tarea periodística, que no ha de ser valorada, donde queda claro que solamente se lo hará, si se es benevolente con los privilegiados circunstanciales, los dueños de las decisiones.
Principios que lo llaman, los que tenemos. Hay quienes quieren que se confundan con necedad. Los fundamentos ante cualquier circunstancia siendo válidos, han de ser considerados, nos guste o no, y nosotros los tenemos.
Desde este pequeño lugar que el periodismo nos brinda y ejercemos con absoluta y permanente vocación de buscar, ver, leer y escuchar todo lo que atañe a nuestra realidad es que le decimos a los que venden unidad con pegamento que, los mejores logros han salido de la inclusión de las acciones auténticas de hombres capaces, razonables e inteligentes.
El resto es burdamente lo contrario con acciones de elite, de miradas por encima del hombro, propio de quienes profanan la democracia.

Por ello nunca pagaríamos 150 pesos, con subvención nuestra, para estar en una fiesta de pocos, que debería ser para muchos sin ninguna duda, organizada con el verdadero afán de compartir los preparativos y un festejo con todos. No para una elite y unos cuantos más, por más Centenario que sea.

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